Influencias y perfil psicológico:
Infancia, adolescencia y juventud.
Víctima
de bullying:
Miyazaki Tsutomu nació de manera prematura, hecho que
ocasionó que sus muñecas no llegaran a desarrollarse del todo. Esta deformidad
hizo que sufriera bullying en la escuela y se acomplejase hasta el punto de
recluirse en sí mismo.
Un niño inteligente, pero solitario y aislado, que ya en
aquella época empezó a mostrar señas de alejamiento de la realidad, como
confesaba en su diario. Este alejamiento empezó a verse en el abandono
progresivo de los estudios, donde una vez destacó como el más brillante de su
clase, y su refugio en la lectura voraz de manga.
Adolescencia
y juventud:
En los ‘80, Tsutomu Miyazaki tuvo que desistir de su sueño
de ingresar en la prestigiosa universidad de Meiji, una nueva frustración de la
que culparía a su deformidad. Aun así, no se dio totalmente por vencido y se
graduó en fotografía técnica y entró a trabajar en una imprenta al tiempo que
volvía a la casa de sus padres. Es entonces cuando más relevancia cobra su
contexto familiar.
La familia Miyazaki era la propietaria de uno de los
rotativos más influyentes de Tokio, por lo que gozaba de un alto estatus en la
sociedad. Lejos de facilitar la vida de Tsutomu, contribuyó a su aislamiento:
la idiosincrasia de la sociedad japonesa (de relaciones personales más frías y
distantes), la adicción de sus padres al trabajo y el rechazo de su hermana
aumentaron el sentimiento de abandono que sufría el joven.
Otra de las frustraciones de Tsutomu era la sexual. Su
temprano aislamiento, unido a un complejo de inferioridad sexual lo llevó a
generar una inmensa inseguridad, como declararon compañeros suyos de instituto.
Inseguridad que terminó haciendo que gradualmente se interesara por el porno y,
más tarde, el porno infantil.
Entre todo este contexto familiar y personal, destaca en la
vida de Miyazaki Tsutomu su abuelo, único miembro familiar que le mostró
empatía y cercanía. Como atestiguan los psicólogos forenses que atendieron su
caso, esta pérdida supuso la ruptura del último vínculo de Miyazaki Tsutomu con
la realidad. Hecho que quedó más que patente cuando ingirió parte de las
cenizas de su familiar, probablemente en un intento de “hacerlo parte de él”.
Por entonces, la relación de Tsutomu con el resto de la
familia Miyazaki había dado un giro alarmante hacia la violencia, llegando a
molestar sexualmente a su hermana y agredirlas a ella y a su madre.
Aun así, nada hacía pensar que Miyazaki Tsutomu hubiera
terminado cayendo definitivamente en una conducta psicopática: era un buen
empleado y, de puertas hacia afuera, una persona amable. Nos encontramos ya,
sin embargo, ante un sociópata consumado.
Años después un grupo de psiquiatras determinaría que este
asesino sufría un desorden de personalidad múltiple y esquizofrenia paranoide,
aunque era perfectamente consciente de la gravedad de sus crímenes. Miyazaki
era un psicópata emocional, caracterizado por su inseguridad y baja autoestima
cuyos actos criminales castigaban y acababan con sus víctimas, además de saciar
su apetito sexual, en un intento de borrar su propia imagen de niño, una imagen
traumática con la que seguía obsesionado años más tarde.
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